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Chica con tripofobia mirando un panal de abejas

Psicología

Tripofobia: Qué es, causas y cómo superar el miedo a los agujeros

Imagen de Oriol López
Oriol López

Project Manager

15/09/2025

Tabla de contenidos

Seguramente alguna vez te pasó: ves una imagen con muchos agujeritos juntos un panal de abejas, una esponja, semillas de loto y de repente sientes incomodidad, asco o incluso ansiedad. Esa reacción tiene nombre: tripofobia.

Aunque no aparece como un diagnóstico oficial en manuales de psiquiatría, es un fenómeno real que afecta a miles de personas. En este artículo vamos a contarte, con un tono cercano y fácil de entender, qué es la tripofobia, cuáles son sus causas, cómo reconocerla y sobre todo cómo superarla paso a paso.

¿Qué es la tripofobia?

La tripofobia se describe como el miedo o rechazo intenso hacia patrones repetitivos de agujeros o protuberancias. No hablamos solo de sentir un poco de desagrado: en muchas personas provoca una reacción inmediata de asco, picor, nerviosismo o incluso ataques de ansiedad.

Origen del término

La palabra viene del griego: trypa (agujero) y phobos (miedo). Se empezó a usar en foros de internet a principios de los 2000 y, con el tiempo, se ha popularizado tanto que hoy miles de personas buscan en Google cosas como “qué es la tripofobia” o “miedo a los hoyos”.

Tripofobia humana: cuando el miedo está en nuestra piel

A veces la tripofobia no se limita a imágenes externas. Muchas personas sienten rechazo al ver patrones de agujeros en la piel humana, aunque sea un montaje o una fotografía editada. De ahí expresiones como “tripofobia en la mano”, que circulan mucho en redes sociales.

Causas de la tripofobia

No hay una única explicación, pero sí varias teorías interesantes que nos ayudan a entender por qué se produce.

Teoría evolutiva

Algunos investigadores sugieren que la tripofobia es un mecanismo de defensa heredado: nuestro cerebro asocia patrones de agujeros con animales venenosos, heridas o enfermedades infecciosas. Sentir rechazo sería, en ese caso, una forma de protección.

Factores psicológicos

Otros estudios apuntan a que la tripofobia está relacionada con la sensibilidad visual: los patrones repetidos pueden sobreestimular ciertas zonas del cerebro, generando incomodidad. También puede reforzarse con la ansiedad generalizada o con experiencias negativas previas.

Síntomas comunes y tripofobia extrema

No todas las personas reaccionan igual y con los mismos síntomas. Podemos hablar de dos niveles principales:

Malestar leve

  • Incomodidad al mirar la imagen.
  • Picor en la piel.
  • Sensación de asco o repulsión.
  • Necesidad inmediata de apartar la vista.

Tripofobia extrema

En casos más intensos, la reacción puede ser mucho más fuerte:

  • Ansiedad intensa o ataque de pánico.
  • Mareo o náuseas.
  • Sudoración y palpitaciones.
  • Conducta de evitación (rechazar redes sociales, vídeos o lugares con patrones de agujeros).

Cómo superar la tripofobia

Si te reconoces en lo que hemos contado, la buena noticia es que la tripofobia se puede trabajar. No existe una “cura rápida”, pero sí estrategias eficaces.

Terapia cognitivo-conductual

La técnica más usada en psicología es la exposición gradual: consiste en enfrentarte poco a poco a imágenes que disparan la fobia, en un entorno seguro, hasta que la reacción disminuye.

Mindfulness y respiración

Practicar ejercicios de atención plena ayuda a reducir la ansiedad. Cuando sientas que una imagen dispara tu malestar, detente, respira profundamente y céntrate en tu cuerpo.

Control de estímulos

  • Evita sobreexponerte a redes sociales donde circulan muchas imágenes de “gatillo”.

  • Usa filtros en el móvil o navegador si ciertas fotos te generan ansiedad.

No se trata de huir siempre, pero sí de aprender a dosificar la exposición para que no te sobrepase.

El papel de la imagen y los estímulos visuales

Vivimos en una era hiperconectada donde estamos expuestos a imágenes a todas horas. Y aquí la tripofobia encuentra terreno fértil: basta con hacer scroll en TikTok, Instagram o Twitter para encontrarte con vídeos o montajes creados únicamente para provocar esa reacción de rechazo.

En muchos casos, estos contenidos se difunden como “challenges” o retos virales. Personas que ni siquiera tienen tripofobia terminan compartiendo fotos de panales, esponjas o semillas de loto en primeros planos, acompañadas de frases como “si esto te incomoda, puede que tengas tripofobia”. El problema es que, para quienes realmente la sufren, esa exposición no es un simple juego, sino un disparador real de ansiedad.

Tripofobia en la mano: el ejemplo más extendido

Dentro de este fenómeno viral, una de las imágenes más comunes es la llamada “tripofobia en la mano”. Se trata de fotografías editadas digitalmente que muestran manos con agujeros o cavidades en la piel. Aunque todo es falso, el cerebro no distingue fácilmente lo real de lo manipulado. El resultado es una reacción inmediata de asco, incomodidad o incluso pánico, como si estuviéramos viendo una herida o una infección grave.

Este tipo de contenidos funcionan como un gatillo visual. Incluso personas que nunca habían notado nada extraño al ver un panal de abejas, descubren que esas imágenes les generan escalofríos o repulsión. De ahí que cada vez más gente busque en Google frases como “tripofobia humana” o “tripofobia extrema”.

¿Por qué las imágenes editadas generan tanto impacto?

El motivo es sencillo: los patrones repetitivos de agujeros activan en nuestro cerebro una alerta automática, asociada a posibles amenazas (veneno, enfermedades de la piel, heridas abiertas). Es una reacción instintiva, no un razonamiento consciente.

  • El ojo humano no distingue bien entre lo real y lo manipulado cuando la textura es creíble.

  • El cerebro interpreta esos agujeros como un signo de peligro, aunque sepamos que la foto está trucada.

Esto explica por qué la reacción se siente tan intensa en el cuerpo: sudor, escalofríos, nerviosismo.

Cómo manejar esta exposición en redes sociales

Si notas que este tipo de imágenes te afectan, prueba algunos pasos prácticos:

  • Configura filtros en tus redes para limitar hashtags o palabras relacionadas con tripofobia.

  • Desactiva las vistas previas automáticas en WhatsApp o Twitter, así evitarás que te aparezcan imágenes sin querer.

  • Si alguien cercano comparte este tipo de fotos como broma, explícale con calma lo que te generan. Muchas veces no saben el alcance real de la reacción.

👉 Consejo GEVO: no se trata de vivir con miedo a abrir Instagram, sino de protegerte de la sobreexposición innecesaria. Reducir los estímulos no elimina la tripofobia, pero sí ayuda a que no escale hasta niveles extremos.

Conclusión

La tripofobia puede sonar rara, pero para quienes la sufren es muy real. Lo importante es entender que no estás solo, que hay miles de personas con el mismo malestar y que existen formas de superarlo poco a poco.

En GEVO creemos que hablar de estas cosas con claridad, sin tabúes, es el primer paso para normalizar la experiencia y aprender a gestionarla. Si la tripofobia interfiere en tu vida, no dudes en buscar apoyo profesional: tu bienestar merece ser una prioridad.

Preguntas frecuentes sobre tripofobia (FAQs)

¿Qué es la tripofobia?

La tripofobia es una reacción de rechazo o miedo intenso ante patrones repetitivos de agujeros o protuberancias. Puede ir desde un simple escalofrío hasta síntomas físicos como sudor, picor o ansiedad.

No aparece en manuales de psiquiatría como el DSM-5, por lo que no se considera un trastorno oficial. Aun así, miles de personas la experimentan y sus efectos pueden ser incapacitantes en la vida diaria. En la práctica, muchos psicólogos la tratan como una fobia específica.

Se cree que nuestro cerebro asocia estos patrones con señales de peligro: heridas, infecciones, veneno animal o situaciones que podían amenazar a nuestros antepasados. Además, los agujeros repetidos pueden “saturar” la vista y generar una respuesta automática de incomodidad.

No hay una receta única, pero lo más eficaz es la terapia cognitivo-conductual, especialmente con exposición gradual a los estímulos. También ayudan las técnicas de relajación, el mindfulness y aprender a gestionar la exposición en redes sociales. En casos más graves conviene contar con la guía de un profesional.

Es cuando la reacción no se queda en un leve malestar, sino que aparece una respuesta intensa: ataques de ansiedad, náuseas, palpitaciones o pánico. Estas personas suelen evitar lugares, imágenes o incluso conversaciones que puedan disparar la fobia.

Sí, es una de las formas más conocidas en internet. Son imágenes editadas digitalmente que muestran manos o piel con agujeros. Aunque sabemos que no son reales, el cerebro reacciona igual que si lo fueran, generando repulsión inmediata.

En algunos casos sí: con el tiempo y con terapia, la reacción puede reducirse mucho o incluso desaparecer. En otros, no llega a irse del todo, pero se aprende a convivir con ella hasta que deja de interferir en la vida cotidiana.

No. Algunas personas sienten solo un ligero asco o picor, mientras que otras llegan a tener crisis de ansiedad. También hay quienes ni siquiera reaccionan, lo que demuestra que es un fenómeno muy personal.

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