El Buen Trato es universal: es el resultado del respeto de los derechos y a la dignidad de la persona; consiste en establecer una relación satisfactoria entre personas, dar y recibir buen trato no tiene edad, es una forma positiva de relación, consideración, reconocimiento, que implica reconocer al otro de igual a igual.

Las personas adultas mayores, al igual que toda la ciudadanía, mantienen el derecho al disfrute de vivir en contextos donde sean tratados con el mayor de los respetos, por tanto, respetar su “individualidad” es un factor clave en su proceso de envejecimiento. No se puede olvidar, que los adultos mayores son sujetos de pleno derecho, y cualquier tipo de trato inadecuado es una flagrante violación a sus derechos.

Las cifras del maltrato a las personas adultas mayores

Una de cada seis personas mayores de 60 años sufre violencia psicológica, ataques físicos, agresiones sexuales o abusos económicos.

«Se prevé que el maltrato a las personas mayores vaya en aumento», ya que la población envejece y cada vez habrá más personas con dependencia, uno de los factores que multiplica el riesgo a la hora de sufrir malos tratos. La población mundial de mayores de 60 años pasará a ser en 2050 de unos 2.000 millones, según la OMS. En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), las personas mayores de 65 años constituyen el 17 % de la población total, porcentaje que se elevará al 23 % y al 30 % en 2031 y 2050, respectivamente.

Un problema invisible: las personas mayores no denuncian

¿Es consciente la sociedad del abuso que sufren las personas mayores? Según el estudio Percepción de la población sobre los maltratos a las personas mayores, el 26,2 % de las personas consultadas afirmaba conocer en primera persona casos de maltrato hacia la gente mayor. De estas personas, un 72 % conocía un caso, un 20 % dos casos y un 7,5 % hasta tres.

Sin embargo, las y los expertos denuncian que el maltrato a las personas ancianas es un problema casi invisible. En este mismo estudio se detectó que «la mayoría de las personas no denuncia por miedo o vergüenza». Y tampoco es un problema que interese demasiado, a juzgar por la pocas investigaciones que se llevan a cabo sobre el tema: «A pesar de su frecuencia y de sus graves consecuencias para la salud, los malos tratos a las personas de edad avanzada continúan siendo una de las formas de violencia menos estudiadas en las encuestas nacionales de salud y una de las menos incluidas en los planes nacionales de prevención de la violencia», denuncian desde diferentes entidades y disciplinas sociales y es que «Es muy difícil que una persona condependencia denuncie a su cuidador», «máxime si es un familiar o un hijo o hija y muy pocas de las denuncias siguen adelante». Muchas personas maltratadas se sienten culpables, creen que son una carga y temen acusar a sus hijos/as o parejas por miedo a lo que pueda ocurrir si lo hacen.

¿Quién les cuidará si estos faltan? ¿Qué les ocurrirá a sus familiares si la denuncia sigue adelante? El maltrato dentro del hogar corre el riesgo de permanecer oculto y de pasar inadvertido para las/os profesionales, de ahí la importancia que tiene el Servicio de Ayuda a Domicilio en la prevención y detección de la violencia ejercida en el ámbito intrafamiliar a las personas de edad avanzada.

A mayor dependencia, mayor posibilidad de maltrato

La mayor esperanza de vida viene acompañada de un incremento de personas con enfermedades degenerativas y con dependencia, y, en consecuencia, previsiblemente se incrementará el número de personas mayores maltratadas. No por la edad, sino por la situación de dependencia. También se eleva el riesgo si hay un solo cuidador/a o si éste/a depende económicamente de la persona a la que atiende.

Las estadísticas también desvelan que son más las mujeres mayores que sufren maltratos respecto a los varones, «pero esto puede deberse a que ellas tienen una mayor esperanza de vida y más riesgo de sufrir deterioro cognitivo». El estrés, el burnout (síndrome del/a trabajador/a quemado, o la sobrecarga de los/as cuidadores/as también son factores que incrementan el riesgo). En todo caso, sobre todo «son las características del/a agresor/a, no las de la víctima, las que incrementan el riesgo de que se dé una situación de maltrato. Desde esta perspectiva, “cualquier persona mayor podría convertirse en víctima de violencia si se encuentra con un individuo con ciertas características”. «En muchos casos la persona que ejerce el maltrato ni siquiera es consciente», sobre todo si este maltrato es psicológico. Según el estudio Prevalencia de malos tratos hacia personas mayores que viven en la comunidad en España, los tipos más frecuentes de malos tratos son:

  • psicológico (11,5 %)
  • maltrato físico y sexual (2,95 %)
  • negligencia (2,07 %)
  • abuso económico (1,11 %)

¿Cuál es la solución contra el maltrato?

Se puede hablar también de «maltrato institucional»: el que ejercen las administraciones cuando no aportan los recursos necesarios para que las personas mayores tengan una vida digna y delegan el cuidado exclusivo en las personas de las que dependen. El/la cuidador/a necesita vacaciones, desconectar, tiempo libre… En este sentido, resulta fundamental y prioritario disponer de mayores recursos sociosanitarios para prevenir y evitar los casos de maltrato a personas mayores. Además, es urgente que se produzca un cambio de mentalidad de las sociedades occidentales, en las que se ejerce un culto a la juventud y a la salud «que es la antítesis de la vejez». Es necesario «desterrar los prejuicios sociales que rechazan a las personas mayores» y formar a la sociedad en general en base al Buen Trato en la atención a las personas mayores, especialmente si se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, fragilidad y/o dependencia.

María Arias Salgado

Directora de Operaciones de GEVO

Si desea más información: Desde aquí puede consultar desde aquí el Decálogo del Buen Trato a las personas mayores, publicado por la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.